Casa TEN

ESPÍRITU AVENTURERO Y NATURALEZA

La casa TEN nace del deseo de vivir con ligereza, como quien vuelve de un viaje y decide permanecer en movimiento.

Tras años en Asia, sus habitantes aprendieron a mirar la naturaleza no como un fondo, sino como una forma de vida. Eligieron un lugar suspendido entre los árboles y el horizonte, donde el aire participa de la construcción. Allí, la arquitectura se convierte en prolongación de esa actitud: una estructura de madera que se posa sin imponerse, elevada sobre el terreno, buscando la sensación de flotar.

El volumen, compacto y preciso, se abre a un gran espacio porchado que se proyecta hacia el vacío. Ese umbral, suspendido entre la casa y el paisaje, es el corazón de la vida cotidiana: un lugar dónde pasar horas colgado de una hamaca, cenar bajo las estrellas o contemplar el horizonte en silencio.

La base porticada libera el suelo y sobre ella, un entramado ligero configura el refugio: cálido y esencial. Los materiales naturales, el control de la energía y la simplicidad constructiva responden a una idea de sostenibilidad entendida no como gesto técnico, sino como forma de estar en el mundo.

La casa TEN es una forma de habitar: un nido en el paisaje, una pausa entre caminos. Su belleza proviene de la serenidad con que se posa y de su voluntad de integrarse entre los árboles, ofreciendo a quienes la habitan la aventura cotidiana de vivir en equilibrio con la naturaleza.